El semanario de hortofruticultura Valenciafruits, número 3.047 del 28 de noviembre de 2023, ha publicado bajo el título ‘Tecnología e innovación, el camino hacia la agricultura del futuro’, la opinión de Camino García Martínez, Directora General de AEFA.
En él se destaca la agricultura sostenible desde el enfoque de los agronutrientes y bioestimulantes, con la necesidad de la rentabilidad para el agricultor. Además, cómo los bioestimulantes y la tecnología, son aliados necesarios y estratégicos en la gestión sostenible del suelo.
A continuación, publicamos el artículo íntegro, con descarga del semanario a pie de página.
Tecnología e innovación, el camino hacia la agricultura del futuro.
La agricultura actual se enfrenta a un desafío complejo; aparte de tener que asegurar el abastecimiento de alimentos saludables, seguros y de calidad para la creciente población mundial, debe hacerlo de una manera respetuosa con el medioambiente, disminuyendo cualquier impacto negativo que la propia actividad agrícola pueda ocasionar en el medio e incluso revirtiendo estos efectos mediante prácticas regenerativas.
En un contexto internacional que no es precisamente favorable, afectado por crisis de todo tipo (de transporte, materias primas, energéticas…), las implicaciones de la guerra en Ucrania y Oriente, el cambio climático cada vez más patente, y un sinfín de factores que afectan al desarrollo de la actividad productiva, desde Europa se exige el cumplimiento de una serie de paquetes de medidas legislativas “verdes” sin precedentes, que aumentan aún más la exigencia en la producción agrícola y que impone unas metas y objetivos complicados de alcanzar.
El impacto negativo que puede acarrear una incorrecta nutrición vegetal en los suelos está en el punto de mira de las políticas europeas: una excesiva, incorrecta e inadecuada fertilización puede provocar problemas de emisiones de gases de efecto invernadero, de otros gases contaminantes (principalmente amoniaco), lixiviaciones de nitratos que derivan en eutrofización de masas de agua y contaminación de acuíferos, presencia de metales pesados, de microplásticos, problemas de salinidad en suelos… Todos estos efectos no deseados, producidos por unas prácticas agrícolas inadecuadas, proporcionan argumentos contundentes que justifican la larga lista de Reglamentos, Directivas y en definitiva, obligaciones, que se han ido implementados a nivel nacional y europeo en los últimos años.
El ya más que conocido Pacto Verde, en su Estrategia de la Granja a la Mesa pretende sentar las bases de un sistema agroalimentario justo, saludable y respetuoso con el medioambiente, e impone, entre sus ambiciosos objetivos, reducir a la mitad las pérdidas de nutrientes, lo que supondría una reducción en el uso de fertilizantes en al menos un 20% de aquí a 2030. En el mismo marco, la Estrategia de la UE sobre Biodiversidad incorpora también objetivos similares. A nivel nacional, el RD 1051/2022 de nutrición sostenible de los suelos agrarios, a punto de cumplir un año desde su publicación, establece por primera vez una normativa común a nivel nacional sobre el aporte eficiente de nutrientes y estableces unos objetivos claros, en su Artículo 2, que buscan aumentar la productividad de los suelos agrarios, a la vez que se disminuye el impacto ambiental y climático ocasionados por la aplicación de productos fertilizantes y otras fuentes de nutrientes.
El Fit for 55, la Directiva de uso sostenible de productos fitosanitarios, la propuesta de Directiva relativa a la vigilancia y la resiliencia del suelo son solo ejemplos de paquetes de medidas sostenibles que se deben tener en cuenta a la hora de plantear la producción agrícola.
Las directrices marcadas por Europa relativas a la reducción de fertilización se han considerado desde su planteamiento muy exigentes y han recibido numerosas críticas, al estar consideradas carentes de base científica y considerarse marcadas por un fuerte componente ideológico, sin ofrecer al agricultor alternativas para cumplir los requerimientos impuestos ni aportar herramientas suficientes para alcanzar los objetivos de una manera realista.
En este contexto legislativo y político es donde el sector, colaborando entre todas sus partes, debe plantarse y buscar soluciones reales que le permitan alcanzar las metas establecidas a nivel medioambiental y a la vez seguir teniendo producciones rentables. No debemos olvidar que, para alcanzar una producción sostenible, no solamente debemos preocuparnos del impacto en el medioambiente, sino en alcanzar una sostenibilidad económica, que permita mantener la actividad de una manera solvente. Y la tecnología es la principal solución.
Búsqueda de alternativas para incrementar los rendimientos de las cosechas.
En la búsqueda de alternativas para incrementar los rendimientos de las cosechas y disminuir los efectos medioambientales, se están desarrollando diferentes tecnologías que demuestran que la innovación en el sector es el camino hacia la agricultura del futuro.
Una industria nacional potente con una alta inversión en I+D+i permiten que la entrada de la innovación sea una alternativa real en el panorama agrícola. Un claro ejemplo es la digitalización en la agricultura: la disponibilidad de datos a tiempo real, el análisis de factores como temperatura, humedad, aportes de nutrientes o la monitorización de la salud de suelos son algunas de sus aplicaciones y permiten una importante optimización en la gestión de la nutrición vegetal y manejo de suelos.
Bioestimulantes como herramienta sostenible.
Los bioestimulantes son otra herramienta tecnológica que está siendo a clave en el desarrollo del sector. Según la definición del reglamento europeo de fertilizante, “los bioestimulantes de las plantas son productos fertilizantes UE (deben cumplir los requisitos marcados en la legislación) que estimulan los procesos de nutrición de las plantas, independientemente del contenido en nutrientes del producto, con el único objetivo de mejorar una o varias de las siguientes características de la planta o de la rizosfera vegetal: la eficiencia en el uso de nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico, los rasgos de calidad o la disponibilidad de nutrientes inmovilizados en el suelo o la rizosfera”.
Sus efectos están demostrados por rigurosos procedimientos para los grupos de cultivos señalados en su etiquetado, y sus beneficios muy variados: actúan en la respuesta de las plantas frente a los estreses abióticos (sequías, temperaturas extremas, lluvias, salinidad, inundaciones…) que son los principales culpables de las mayores pérdidas de cosechas.
También pueden influir activamente en la salud y estado del suelo, ya que algunos bioestimulantes son capaces de mejorar la estructura del suelo y su contenido de carbono, otros pueden interaccionar con comunidades de microorganismos beneficiosos, modificar la composición química de la rizosfera… Ciertos compuestos mejoran la absorción de nutrientes inmovilizados del suelo y un mejor aprovechamiento de los fertilizantes, permitiendo una disminución del aporte de fertilizantes nitrogenados. Además, en muchas ocasiones, la propia naturaleza de los bioestimulantes es circular, estando formulados a partir de residuos valorizados de otras industrias, por lo que incrementan la resiliencia del propio sistema alimentario.
Los bioestimulantes son un insumo clave en la agricultura.
El propio ministro de agricultura, Luis Planas, declaró a principios de 2023 que “los bioestimulantes son un insumo clave para una agricultura más sostenible, productiva y rentable”.
“La evolución del mercado durante los últimos años ha dejado patente que los bioestimulantes son una herramienta fundamental para alcanzar los objetivos marcados por las políticas europeas y por el propio compromiso que tiene la sociedad con el planeta y las generaciones futuras”.
La evolución del mercado durante los últimos años ha dejado patente que los bioestimulantes son una herramienta fundamental para alcanzar los objetivos marcados por las políticas europeas y por el propio compromiso que tiene la sociedad con el planeta y las generaciones futuras. Es vital que la legislación acompañe a la innovación y al desarrollo de nuevos productos, y que no suponga, como ocurre hoy en día, un freno a la puesta en el mercado de productos de calidad y seguros para la salud y el medioambiente.
También es importante una correcta comunicación y formación de los agricultores. Todos los avances tecnológicos que van a marcar la evolución del sector en los próximos años deben estar al alcance del agricultor y en conocimiento del consumidor.
Desde AEFA ponemos mucho énfasis en la transferencia tecnológica, siendo una de nuestras actividades principales, tratando de dar visibilidad al esfuerzo e inversión de nuestros asociados en desarrollar productos que permitan un incremento en el rendimiento de los cultivos de una manera sostenible.
Debemos poner en valor que la industria nacional de bioestimulantes es líder a nivel mundial y aprovechar la situación para impulsar la agricultura española.
Es necesario ampliar el concepto de sostenibilidad y no ceñirnos solamente a sus implicaciones con el medioambiente, sino trabajar para establecer un sistema productivo agrícola que sea rentable de una manera económica y social, siendo a la vez que respetuoso con el medioambiente, y para ello debemos implementar la innovación y la tecnificación en el sector.
Descarga del ejemplar de Valenciafruits, con el artículo ‘Tecnología e innovación, el camino hacia la agricultura del futuro’ en PDF.