La agricultura actual se enfrenta al desafío de aumentar la productividad de forma sostenible y minimizando el impacto ambiental. En este contexto, los bioestimulantes microbianos han emergido como una herramienta biotecnológica para optimizar el rendimiento y la salud de los cultivos, especialmente en frutas y hortalizas, donde la calidad y la seguridad alimentaria son prioritarias.
¿Qué son los bioestimulantes agrícolas microbianos?
Los bioestimulantes agrícolas microbianos son productos que contienen microorganismos microbianos beneficiosos, vivos o en forma de metabolitos, que, al ser aplicados a las plantas, la rizosfera o el suelo, estimulan los procesos naturales de las plantas.
A diferencia de los fertilizantes, que aportan nutrientes directamente, los bioestimulantes microbianos mejoran la eficiencia en la absorción y asimilación de nutrientes, la tolerancia a estrés abiótico (sequía, salinidad, temperaturas extremas), la calidad del fruto y el rendimiento del cultivo. No son plaguicidas, aunque algunos pueden tener actividad biocontroladora.
Tipos de bioestimulantes microbianos.
Los microorganismos utilizados en bioestimulantes se pueden clasificar en diferentes grupos según su modo de acción principal. Uno de ellos son los microorganismos fijadores de nitrógeno (BFN), entre las que se encuentran las Azotobacter, Azospirillum, Rhizobium, Gluconacetobacter diazotrophicus, etc.
Otro grupo lo componen los microorganismos solubilizadores de fosfato (BSF), como los Bacillus, Pseudomonas, Pantoea, etc.
También están los microorganismos productores de fitohormonas (BPF), estando entre ellas los Azospirillum, Bacillus y Pseudomonas.
Y el complejo de microorganismos promotores del crecimiento vegetal (PGPR), un grupo funcional que engloba microorganismos con múltiples mecanismos de acción beneficiosos para las plantas.
Mecanismos de acción en las plantas cultivadas.
Sobre los mecanismos de acción de los bioestimulantes microbianos en las plantas cultivadas, cada grupo realiza funciones concretas, si bien algunos de ellos comparten acciones similares.
Ejemplos de acciones generales, las BFN convierten el nitrógeno atmosférico en formas asimilables por las plantas, reduciendo la necesidad de fertilizantes nitrogenados sintéticos.
Las BSF convierten las formas insolubles de fosfato presentes en el suelo en formas solubles y asimilables por las plantas mediante la producción de ácidos orgánicos y enzimas.
Las BPF sintetizan fitohormonas como auxinas, giberelinas y citoquininas, que regulan el crecimiento y desarrollo de las plantas.
Y las PGPR, además de los mecanismos ya mencionados, pueden producir sideróforos, inducir a la resistencia sistémica inducida, producir enzimas que degradan compuestos tóxicos y mejorar la estructura del suelo de cultivo.
Así, los productos formulados con base a bioestimulantes microbianos, junto con los bioestimulantes no microbianos, representan una herramienta valiosa para el agricultor preocupado por la sostenibilidad y futuro de la agricultura.