Nos encontramos inmersos en un profundo cambio de la agricultura intensiva y este hecho obliga a replantear conceptos y métodos en el ámbito de la nutrición vegetal e incidencia medioambiental.
En este contexto la Región de Murcia ha y está siendo uno de los detonantes de este cambio, acelerado por la crítica situación del Mar Menor. Tras el paquete de medidas puesto en marcha por el gobierno regional en torno a esta laguna salada, su tejido profesional agrícola centra su trabajo en un modelo más sostenible e inteligente.
Para ahondar en este caso concreto contamos con la experiencia de Constantino Gonzálvez Moreno, formado en la EPSO de la Universidad Miguel Hernández de Elche y actualmente Delegado Comercial en Isagro España S.L. (empresa miembro de AEFA) para la zona de Murcia, Alicante y Albacete. Su función dentro del grupo es la administración de las ventas en la zona y el desarrollo de productos, lo que lo hace un gran conocedor en esta materia.
Nos encontramos inmersos en un profundo cambio de la agricultura intensiva en la Región de Murcia, y uno de los detonantes de este cambio ha sido la crítica situación del Mar Menor. Un problema que se encontraba latente hace ya muchos años pero que una serie de acontecimientos acaecidos en los últimos meses, han puesto en vilo a tantos como son partícipes de una forma u otra del Mar Menor y sus alrededores.
Ante este escenario, el gobierno regional ha puesto en marcha un paquete de medidas que afecta directamente a la agricultura, y a otros sectores, que se desarrollan en torno a esta laguna salada. Un reto que se les plantea a los agricultores de cambiar su forma de trabajo y centrarlo en un modelo más sostenible e inteligente. Esto supone también un desafío para los fabricantes de agronutrientes, que de la mano de los agricultores tienen que dirigir su foco a soluciones innovadoras y responsables con el medio ambiente.
Aunque esto no es tan conocido a nivel popular, el agricultor profesional siempre ha estado atento a las nuevas tecnologías y métodos de trabajo que optimicen recursos y sean respetuosos con el medio ambiente. Un ejemplo de ello es el uso de los bioestimulantes, que han estado íntimamente ligados al concepto de agricultura ecológica y que a su vez han estado jugando un papel muy importante en la agricultura convencional desde hace varios años, siendo éstos un complemento indispensable de la nutrición y ayudando en momentos de máximo estrés en la planta como son las temperaturas extremas, salinidad, sequia…. Los suelos de esta región están sometidos a una agricultura intensiva, intentando sacar los máximos rendimientos, por lo que se hace imprescindible el uso de estos productos en el ciclo de cultivo.
Los bioestimulantes mejoran la absorción de nutrientes en la planta, promoviendo un aprovechamiento más eficaz de los fertilizantes. Esto es importante, porque como comentábamos anteriormente, una de las medidas tomadas en el RD del Mar Menor, es la reducción de fertilizantes nitrogenados en las zonas vulnerables. El uso de estos productos mejora sustancialmente la utilización del nitrógeno permitido. Aportamos también una gran cantidad de materia orgánica de calidad, que va a fomentar el crecimiento radicular y va a reducir el aporte de otros insumos. Otra característica interesante de los bioestimulantes es la mejora de la absorción de los quelatos de hierro, muy necesarios en nuestros suelos calizos. Esto es debido a la capacidad quelante o complejante que tienen determinados aminoácidos. La combinación de estos productos, en el momento oportuno de cada cultivo, favorecen un metabolismo eficaz de la planta.
Dentro de la familia de los bioestimulantes, y según la clasificación del RD 999/2017 en el Grupo 4, encontramos en el apartado 1: aminoácidos, ácidos húmicos y extractos de algas, entre otros. A su vez y en el apartado 4 de este mismo grupo: micorrizas y microorganismos con propiedades bioestimulantes. Gracias a esta clasificación se ha conseguido una interpretación clara de los diferentes tipos de bioestimulantes.
Según el EBIC (siglas en inglés del Consejo Europeo de la Industria de Bioestimulantes) los bioestimulantes se definen como “sustancias y/o microorganismos que aplicados a las plantas o a la rizosfera cumplen la función de estimular los procesos naturales para mejorar/beneficiar la absorción y/o eficiencia de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico, y la calidad de los cultivos independientemente de su contenido de nutrientes”.
Los aminoácidos se han utilizado desde hace muchos años, los más antiguos y conocidos se remontan a hace 40 años. Han sido un complemento imprescindible para muchos agricultores, siendo su uso inicial vía foliar, aunque actualmente, en los cultivos que disponen de riego por goteo, se aplica por irrigación vía radicular. La investigación de los principales comercializadores de estos productos ha conseguido descubrir numerosos usos para los aminoácidos. Podemos destacar algunos como: la tolerancia del cultivo a condiciones de salinidad (por el favorecimiento de la flora microbiana y mejora de la estructura del suelo debido a las altas cantidades de materia orgánica de calidad), daños producidos por heladas, sequias y granizo o la recuperación de la planta tras los daños por fitotoxicidades.
Diferenciar el tipo de aplicación según el objetivo es importante: aplicaciones foliares, si buscamos una respuesta rápida para corregir desequilibrios nutricionales o efectos de estrés abióticos. O aplicaciones radiculares, si lo que buscamos es un efecto a largo plazo, que mejore la absorción de nutrientes.
Es importante conocer la procedencia del aminoácido, y podemos distinguir dos grupos según su origen: animal y vegetal. Conocer las diferencias de cada uno de estos productos es fundamental para la elección de un aminoácido, siendo aquellos de origen animal y síntesis química los más estables y de mayor calidad en cuanto a su composición (aminograma, contenido de MO y N total).
Podríamos decir que los aminoácidos activan o promueven procesos fisiológicos en la planta, que favorecen la absorción de nutrientes, los mecanismos de protección frente a estrés abióticos y aumentan la calidad de los cultivos.
La unión de varios aminoácidos forma los péptidos, que a su vez se pueden distinguir en dos tipos, según la longitud de sus cadenas:
Es clave para la industria de productos Agronutricionales y Biológicos poner en valor estos insumos, ya que debido a restricciones en el uso de fertilizantes macronutrientes tradicionales junto con el intensivo uso del suelo, estamos llegando a una situación insostenible y serán este tipo de producto los que, junto a un inteligente y eficiente manejo del cultivo, conseguirán los mejores resultados en la cosecha con la menor cantidad de insumos teniendo siempre como finalidad, la producción de alimentos suficientes, seguros y saludables. Por ello, es imprescindible el uso de aminoácidos en zonas vulnerables, ya que vamos a ser más eficientes en el uso de fertilizantes, reduciendo ese aporte que nunca se llegar a aprovechar totalmente.
Seguir investigando y conociendo cuales son los procesos fisiológicos que desencadenan los aminoácidos es esencial para el descubrimiento de nuevos usos de estos productos, que en unos años se considerarán herramienta imprescindible en el manejo de cultivos intensivos.