La agricultura regenerativa es una modalidad que entra en el ámbito de los principales tipos de abordar y definir los cultivos agrícolas, como por ejemplo, la agricultura intensiva, extensiva, de regadío, de secano, tradicional, integrada, industrial o ecológica, entre otros.

Centrados en la agricultura regenerativa, hay que introducir también el término agropecuario, porque la ganadería, e incluso la forestación, están presentes en él.

Para su desarrollo, se contemplan, un conjunto de prácticas orgánicas agrícolas y, no siempre, de pastoreo, con el objetivo de revertir el cambio climático al intervenir en la regeneración de la materia orgánica del suelo y restaurar su biodiversidad en el caso de que este suelo ya se encuentre degradado. Con ella, la agricultura regenerativa, se traduce tanto en un aumento de la captura de dióxido de carbono como en una mejora del ciclo del agua.

Optar por una agricultura regenerativa, es hacerlo por ampliar y fortalecer los servicios ecosistémicos, aumentar la resiliencia ante el cambio climático, a la vez que se fortalece la salud y vitalidad de las tierras de cultivo y pastoreo. En definitiva, un entorno de vida favorable para las personas, familias y comunidades.

Fundamentos base de la agricultura regenerativa.

Si nos planteamos, ¿cuáles son los fundamentos base de una agricultura regenerativa? La respuesta debe darse en tres aspectos que guardan sinergias entre ellos.

Uno es la recuperación de la fertilidad del suelo a través de acciones sobre minerales, microorganismos y materia Orgánica, también conocidas como las tres Emes.

Otro aspecto es la capacidad de elaboración de insumos in situ con aquellos materiales que se encuentren disponibles localmente. Con ellos se pueden crear fertilizantes líquidos (biofertilizantes) y sólidos (compost fermentado), así como preparados para el control fitosanitario de las plantas.

Y por supuesto, el manejo adecuado del cultivo mediante técnicas culturales adecuadas y que promuevan la regeneración del suelo. Por poner algunos ejemplos, están los de acolchados vegetales, preparación de las camas de cultivo, la asociación y rotación de cultivos, el desarrollo de cultivos biointensivos, etc.

La fertilidad del suelo a través de las tres Emes: minerales, microorganismos y materia Orgánica.

Empezando por la primera M (minerales), si partimos de que un suelo agrícola base (no hidropónico), su composición preferente es entre un 1 y un 5% de materia orgánica, un 25% como espacio poroso para su aireación, un 25% para retención de agua disponible para la planta, y entre un 40 o 50% de parte mineral, vemos que el mayor componente del suelo es esta última parte, por lo que debemos prestarle importancia por su incidencia en la nutrición del cultivo.

La segunda M se centra en los microorganismos nativos, porque es la parte viva del suelo, que incluye una amplia diversidad de bacterias, hongos, protozoarios, nematodos y algas. Como ejemplo de su diversidad, se afirma que en un solo gramo de tierra en buen estado, en unidades hay más microorganismos que el total de la población humana mundial.

Estos microorganismos son los responsables de la descomposición de la materia orgánica, el reciclado de nutrientes para las plantas, la fijación de nitrógeno en el suelo, la degradan sustancias tóxicas, así como la producción de sustancias y componentes naturales que mejoran la textura del suelo, por ejemplo. Un suelo vivo permite que las plantas cultivadas en él se desarrollen de forma más vigorosa y saludable.

En el contexto de los microorganismos, se encuentran las simbiosis entre hongos beneficiosos y las raíces de la planta, creando las llamadas micorrizas.

Y, por último, la tercera M: la materia orgánica. Un elemento que en algún momento estuvo vivo y ahora inicia un proceso de descomposición y reintegración al sistema del suelo, desde parte de las plantas a restos de seres vivos que terminaron su ciclo de vida. En el caso de os restos de plantas, terminan en una de sus fases de descomposición en humus.

En su conjunto de descomposición, son un hábitat esencial para el desarrollo de los microorganismos, porque los protege de los rayos del sol y son la base de su alimento.

En resumen, una agricultura regenerativa pone el foco en conseguir un suelo saludable, que dará cultivos saludables a través de sus distintos procesos de manejo.

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