Plan de abonado en los cultivos.

Un plan suele referirse a un programa o procedimiento para conseguir un determinado objetivo, como por ejemplo: un plan de abonado, un modelo sistemático que detalla qué tareas se deben llevar a cabo para alcanzar un objetivo, para lo cual se establecen metas y tiempos para su ejecución.

En el diseño de un plan de abonado es fundamental que se optimice la aportación de nutrientes y se corrijan las deficiencias y los excesos de algunos elementos, que de forma natural ya se encuentren en el medio de cultivo, sea un sustrato o terreno natural. Todo orientado para conseguir una máxima rentabilidad en nuestras plantaciones.

Para ello partiremos de varios conceptos fundamentales: La disponibilidad y propiedades físico-químicas del terreno y del agua de riego, el estado nutritivo de la plantación, su estado fenológico y exigencias agronómicas esperadas.

Por lo tanto, no sólo es positivo si no rentablemente aconsejable contar con una analítica foliar que determine cuál es la proporción de cada elemento químico en las hojas, una analítica de suelo para conocer su estructura físico-química y su capacidad de intercambio catiónico, así como posibles procesos antagónicos en el suelo y de un análisis de agua para realizar el plan de abonado correctamente.

En demasiadas ocasiones las deficiencias de algún elemento aún se diagnostican visualmente, ello conlleva graves errores, siendo necesario hacer una interpretación y recomendación totalmente objetiva, siendo aconsejable tomar datos a partir de los antecedentes históricos de la parcela si se tiene acceso a través del técnico o agricultor.

Plan de abonado sostenible.

La finalidad es prever un marco de acción que permita mantener o aumentar la productividad de los suelos agrarios, a la vez que se disminuye el impacto ambiental de la aplicación en dichos suelos de productos fertilizantes y otras fuentes de nutrientes o materia orgánica.

En particular, se pretende conseguir de forma especial, aunque no exclusivamente, los siguientes objetivos:

  • La gestión sostenible de la nutrición de los cultivos.
  • El mantenimiento o incremento, en su caso, de la materia orgánica de los suelos agrarios.
  • La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y lucha contra el cambio climático.
  • La reducción de emisiones de otros gases contaminantes, en especial el amoniaco.
  • Evitar la contaminación de las aguas, tanto superficiales como subterráneas.
  • Preservar y mejorar las propiedades biológicas de los suelos agrarios, potenciando su manejo como “suelos vivos”.
  • Evitar la acumulación de metales pesados y otros contaminantes en los suelos agrarios.
  • Preservar la biodiversidad ligada a los suelos agrarios.

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