No hace mucho, en un Ágora del COIAL, se nos recordaba que estamos llamados a reducir un 20% el uso de fertilizantes, un 50% las pérdidas de fertilizantes (asegurando que no se deteriore la fertilidad del suelo) y un 50% el uso de fitosanitarios. Y todo esto, antes del 2030. Casi nada.

Si la resolución de este problema se presenta harto complicada, no podemos olvidar que nuestras producciones agrarias, las europeas, compiten en un mercado global, y no sólo para ganar mercados extracomunitarios, sino incluso para suministrar a los propios.

Y si este sistema de ecuaciones nos resulta, ya de por sí, de difícil solución, debemos sumar las continuas distorsiones provocadas por cantidades ingentes de desinformación o de informaciones sesgadas que ponen en el disparadero a todos los sectores de insumos agrarios sin diferenciar entre ellos ni valorar su coste-beneficio. Todo ello en un ambiente donde parece que el número de clics importa más que la garantía de nuestra alimentación o de la pervivencia de una actividad que trasciende a lo económico por ser parte de nuestra cultura y pilar de la tan necesaria infraestructura verde.

En este sistema de ecuaciones, la variable menos conocida – y controlable – es, justamente, la que acaba influyendo en buena medida en el resto: la opinión pública. Desde las decisiones políticas al más alto nivel –véase Farm to Fork como elemento principal del European Green Deal – hasta los movimientos a escalas más próximas tienen como elemento motor común la opinión del conjunto de la población.

Lineal de frutas y hortalizas

Con todos estos antecedentes, parece que lo más inteligente es que el sector de los agronutrientes y bioestimulantes incorpore a su fuerza laboral nuevos recursos y capacidades para poner en valor su papel dentro de este intrincado problema, en esta agitada sociedad, en este complejo sector. Por ello AEFA y el COIAL revisaron en profundidad todo el contenido curricular del Programa Experto Profesional en Agronutrientes y Bioestimulantes: para dar respuesta a esta necesidad estratégica, que se podría resumir en la histórica sentencia atribuida a Julio César, “la mujer del César, además de serlo, debe parecerlo”, que en términos sectoriales se traduce en tecnología para optimizar el uso de nutrientes y herramientas de comunicación corporativa para que trascienda su papel, su contribución y su afección real en los sistemas agrarios, naturales, económicos y sociales.

Con ello, esta tercera edición del Programa, además de los ya reconocidos módulos de venta consultiva (diseñados ad hoc por AEFA, COIAL y EDEM), nutrición y bioestimulación (conducidos por los catedráticos de producción vegetal, San Bautista Primo y López Galarza) y regulación (dirigido por la ingeniera Hinarejos Pastor), se incorporan tres nuevas extensiones: comunicación corporativa, introducción al sector empresarial y diseño y ejecución de ensayos. Tres nuevos aspectos que completan un programa que aspira a ser palanca constante de cambio, adaptación y evolución.

En este caso, y siguiendo con la famosa frase, “ser mujer del César” significa asumir la posición estratégica para alcanzar la tan ansiada sostenibilidad en la producción agraria, que la UE traduce en las reducciones anteriormente enunciadas. “Ser mujer del César” es cumplir y ayudar a cumplir los objetivos que para la producción agraria se imponen. “Ser mujer del César” no es solo hacer las cosas bien, sino hacerlas mejor que el resto, pues no se aspira a cumplir el expediente en nuestra casa, sino ser referencia mundial.

Para ello, resulta imprescindible adquirir las competencias y capacidades para optimizar la prescripción de agronutrientes y bioestimulantes, lo que necesariamente pasa por particularizar una solución a cada problema concreto. Con ello, y como ya se ha dicho, además de mejorar el servicio que se presta al agricultor, se pretende situar a los bioestimulantes como los “facilitadores” del cumplimiento de objetivos impuestos (legales o estratégicos), pues su acción moduladora de la respuesta de la planta despunta como imprescindible para la maximización de los efectos del resto de insumos. “Ser mujer del César” es, al fin y al cabo, tener el conocimiento y aplicar la tecnología para una producción agraria sostenible y con capacidad de adaptación a los efectos del cambio climático.

Por otro lado, de poco sirve, dados los antecedentes expuestos, que los esfuerzos técnicos y científicos no trasciendan a los grupos de interés en particular y a la sociedad en general. Si no se es capaz de comunicar como empresa y como sector, si no se transmite el buen hacer, se pierde una oportunidad – que te conozcan por lo bueno – y se corre un riesgo, que otros construyan el mensaje por ti o no te diferencien. Por ello, la importancia del conocimiento del propio sector y de su comunicación corporativa para hacerlo, hacerlo bien y no olvidar que, hoy en día, ya es una componente más de la supervivencia de la empresa.

No obstante, conviene destacar que primero es el “ser” y después el “parecer”. El conocimiento y la tecnología es el “ser” del sector y la comunicación la herramienta de expresión.

Por ello, no extraña comprobar la amplia demanda y aceptación que muestra este programa formativo. Edición tras edición, las empresas, las personas que las integran y las que aspiran a formar parte de ellas muestran una avidez formativa que es claro síntoma de estar ante un sector tecnológicamente pujante, con alta demanda de personal cualificado y con capacidad de motivar, y por qué no decirlo, emocionar a sus trabajadores. Estas sensaciones que se perciben desde fuera hablan mucho y muy bien de los miembros de AEFA, que son una auténtica fuerza de cambio y adaptación.

D. José Carbonell Castelló
Secretario Técnico del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante (COIAL)

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