Si lo analizamos con perspectiva no hace tantas décadas (bueno, la profesión en España 165 años, en Valencia 55) de la entrada en escena de la figura del ‘Ingeniero Agrónomo’ en el mundo de la agricultura, sin embargo, desde el principio, ésta ha jugado un papel fundamental en su avance tecnológico, reinventando constantemente el modo y método para su desarrollo.
Antes de seguir y ya no para ser correctamente político sino simplemente para ser claros, la referencia ‘Ingeniero Agrónomo’ también hace décadas que comparte el mismo escenario con la de ‘Ingeniera Agrónoma’ ya que estamos en un sector sumamente receptivo y atractivo para el talento, con independencia del sexo.
AEFA ahonda en este perfil profesional y lo hace de la mano de José Carbonell Castelló, Ingeniero Agrónomo en la especialidad de Ingeniería Rural por la ETSIA de la UPV y que desde octubre de 2005 ejerce como Secretario Técnico del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante (COIAL).
¿Nos puede dar unas ‘pinceladas’ sobre su vinculación con COIAL?
Voy a cumplir 14 años en COIAL y la verdad es que, además de que ya empieza a ser mucho tiempo, parece que haya cambiado unas cuantas veces de trabajo por lo que han ido cambiando las cosas desde el 2005.
Por ejemplo creo que gracias a la crisis,… sí, sí, alguna cosa buena tenía que tener, pusimos en marcha un Plan Estratégico en el COIAL en el que uno de sus componentes más importantes era abrirnos a nuestras empresas, a las empresas de nuestros sectores. Esto se materializó mediante el Proyecto de Partners que, hoy por hoy, es de todos los emprendidos, el que mayores alegrías y satisfacciones nos está dando. Abrir las puertas a ellas y generar un clima de diálogo y colaboración constante es tremendamente enriquecedor para todos.
¿Hay algún colectivo en especial con más sinergias?
Sí y aquí quiero destacar ‘el mundo AEFA’ entendiendo con ello las empresas que la componen. Fruto de esa conexión entre el mundo empresarial y el COIAL, nos dimos cuenta que en el periodo más cruel de la crisis, en cuanto a niveles de paro, infraempleos, apatía y abatimiento generalizado, las únicas empresas que estaban generando empleo en cantidad y en calidad para los ingenieros agrónomos eran las de agronutrientes y bioestimulantes. Estas empresas eran capaces de absorber todo el talento que mínimamente se adaptaba a sus necesidades. Esto, sumado a su tremenda capacidad exportadora y que el colectivo AEFA fue el que más se volcó en el apoyo a nuestro Proyecto de Partners (la primera empresa en entrar fue una de las asociadas) hizo que nos fijáramos en este sector. Por toda su contribución al sector y a nuestra profesión distinguimos a AEFA con el Premio Iniciativa y Desarrollo, premio institucional que se reserva nuestro gobierno corporativo.
Recuerdo como en aquella época no entendía cómo no les “llovían” los premios y reconocimientos, ¡eran los únicos brotes verdes! Y si se me permite podemos hacer el chiste de que es justamente a lo que se dedican las empresas de AEFA, a ayudar a que se generen los mejores brotes y los mejores frutos.
A partir de esta relación más intensa se fue creando el caldo de cultivo perfecto para sacar el máximo provecho entre el sector y el colectivo de ingenieros agrónomos. Hablar, comprender, entender, empatizar. Con AEFA creamos y mantenemos un ecosistema emprendedor y virtuoso cuyo primer gran éxito fue el Programa Experto Profesional en Agronutrientes y Bioestimulantes, que está acabando ya su segunda edición y por el que han pasado más de 60 alumnos y alumnas. Para unos, los que ya están trabajando en el sector, ha supuesto una oportunidad de actualización y puesta al día de sus conocimientos y habilidades; y para otros, ha supuesto la llave de acceso a empleos de calidad en las empresas que conforman AEFA. La acción es sobresaliente, pero en las siguientes ediciones ¡vamos a por la ‘Matrícula de Honor’!
Retomando la figura de Ingeniero Agrónomo ¿cómo ha sido la evolución de la profesión en los últimos años?
Como ya he comentado antes, los años de profesión empiezan a ser considerables y por mi trabajo, creo que algo de perspectiva empiezo a tener sobre la actividad profesional de los ingenieros agrónomos.
Por ejemplo, y hasta donde yo me puedo remontar para hablar desde mi propia experiencia, cuando acabé la carrera en el 2003, el sector de la construcción tiraba de la economía una barbaridad y era nuestro principal y mejor nicho de trabajo. Nuestra formación en construcción e instalaciones es potente, lo que nos ponía en el foco de constructoras, instaladoras y despachos de ingeniería.
Después vino el crack, pero coincidió con un boom exportador de nuestra industria alimentaria lo que supuso la incorporación de legiones de ingenieros agrónomos en la industria como responsables y técnicos de calidad, ya que nuestras producciones se tenían que adaptar a los estándares de cada país y de cada cadena de distribución. En buena medida la calidad, que es otra parte importante de nuestra formación, consiguió fajar el golpe de la crisis de los sectores de la construcción. El sistema agroalimentario fue un salvavidas para España en general y para los Ingenieros Agrónomos en particular.
¿Y a día de hoy?
En la actualidad, lo que estamos percibiendo es una interesante demanda de ingenieros agrónomos para producción primaria ya que el sector productivo se está tecnificando muchísimo.
El esfuerzo se está enfocando a orientar la producción a las demandas del mercado: producir lo que se demanda, cuando toca y como toca para maximizar los resultados empresariales. Y dentro de este nicho incipiente, el colectivo de empresas AEFA vuelve a estar con protagonismo propio ya que redoblan los esfuerzos para demostrar que prestan servicios y venden soluciones y no “productos” para avanzar hacia esa integración. Creo que el tejido industrial que representa AEFA apuesta por pertrecharse de equipos de ingenieros agrónomos que hace accesible para todos los agricultores un buen asesoramiento, y eso es bueno para todos.
¿Y el futuro?
Pues si me preguntas por el futuro del ingeniero agrónomo, pienso que, además de ser parte de los engranajes de cada uno de los agentes del sistema alimentario, va a ser también una especie de “lubricante” que haga que la fricción entre ellos no castigue al más débil. Es decir, seguiremos haciendo proyectos, investigando, estando en la industria transformadora y en la producción primaria, pero la industria asociada a nuestros sectores será la que coadyuvará en la sincronización del sistema alimentario. Ahí hay un reto tremendamente motivador para todos.
Actualmente surgen problemas sociales, políticos y ambientales,… como la contaminación del agua y problemas asociados con los biocombustibles, los organismos genéticamente modificados, los aranceles y los subsidios agrícolas, etc. ¿Es la figura del ingeniero parte de la solución?
Estamos atravesando un mal momento para la ciencia y para la tecnología. La posverdad va a provocar no pocas sacudidas en todos los sectores tecnológicos.
Creo que nadie está a salvo, pues se pueden cambiar opiniones pero no creencias que se han convertido en vitales.
Pero para minimizar todas estas amenazas, creo que no hay nada mejor que la transparencia, que es completa cuando además se tiene la capacidad para transmitir y comunicar de forma eficiente y efectiva qué es lo que se hace. En esto creo que los ingenieros agrónomos volvemos a tener un papel importantísimo en las empresas como por ejemplo las de AEFA. Debemos tener la capacidad para poder explicar desde la ciencia, la tecnología y la razón las cosas y hacerlo para que la gente sensata, que es la inmensa mayoría, lo entienda y recobre la tranquilidad y la confianza.
Un factor muy importante es adaptar la producción a la demanda de la sociedad. Pero bueno, las empresas AEFA de dedican a ello ¿no? producir lo que demanda el mercado aunque éste no lo muestre explícitamente. La exigencia es buena, la sospecha, la injuria y el descrédito que viene a distorsionar y manipular a las evidencias técnicas y científicas es mala para todos.
Otra cosa son las condiciones en las que estamos produciendo y vamos a tener que producir. Están cambiando y van a cambiar más. Creo que la sociedad va avanzando en la famosa pirámide de necesidades y hace tiempo que en Europa dejamos atrás el estrato de cubrir nuestras necesidades alimentarias ya que están sobradamente cubiertas y pasamos a necesitar o exigir otras cosas. La tecnología desarrollada, una vez más por empresas de AEFA, está siendo la que nos ha permitido avanzar para alcanzar esa despreocupación alimentaria vital, tecnología que será la que hará que las producciones se adapten a las nuevas exigencias, y a la vez será palanca de nuevos cambios.
¿Qué piensa sobre etiquetas como la revolución verde?
No me atrevo a etiquetar nada, pero veo que hoy en día las oportunidades han crecido de una forma exponencial. Mis abuelos bastante suerte tenían con un acceso más que holgado a pan, aceite y vino; un poco de carne, y fruta y hortaliza fresca. Hoy te vas a comprar el pan y puedes escoger entre diez tipos de harina, cuatro levaduras y mil formas. Vas a comprar carne y te preguntan por el grado de maduración que prefieres. Siguiendo con estos ejemplos, comprar frutas y hortalizas hoy supone todo un espectáculo de oferta. A lo que voy es que me da la impresión que vivimos en un momento de “microrrevoluciones” que crean la necesidad y la solución al mismo tiempo.
¿Podemos decir que actualmente la tecnología agrícola viaja en maleta?
España es quizá, uno de los epicentros mundiales de la innovación para la producción agraria. No sólo somos importantes porque producimos más y mejor, sino porque somos extremadamente buenos desarrollando la tecnología para poder hacerlo. ¡La desarrollamos, la aplicamos y la exportamos! Y eso marca la diferencia y mucho.
Hay actividades profesionales que el factor humano es vital y en agricultura sin duda lo es. Los ingenieros se cogen un avión, se cruzan el mundo y transfieren la tecnología que se ha desarrollado en sus empresas aquí. Pero no es que sólo la transmitas ‘o vendan’, sino que tienen la capacidad de prestar el servicio de adaptar las soluciones desarrolladas a la resolución de los problemas locales. Valor, valor y valor.
Con esta proyección internacional ¿la podemos catalogar con satisfacción que también es ‘Marca España’?
¿Marca España? se puede afirmar que no hay nadie que se resista a nuestros productos y modelo productivo. Estos productos tecnológicos son aplicados con éxito en España y aquellas zonas agrícolas de otros países tienden a ponen sus ojos en nuestro tejido productivo, que además, desean incorporar como fórmula a su agricultura: eso es Marca España.
Los cambios de modelo social implican también cambio en los hábitos de consumo ¿Participa esta profesión en ellos?
Claro, es un poco lo que estamos comentando. La sociedad cambia rápido, tiene o se le generan nuevas necesidades y nuevas exigencias. En este aspecto las empresas se afanan en cubrirlas y demandan profesionales que permitan el hacerlo y además de forma rápida y eficiente.
Las empresas o se adaptan o son expulsadas sin miramiento del mercado. Además hay un factor a tener en cuenta y es que esto que llamamos alegremente ‘necesidades del mercado’ no siempre lo transmite claramente y son las empresas, gracias a sus equipos de profesionales, quienes trabajan anticipándose a esas demandas que se encuentran latentes pero que se manifestarán en un futuro inmediato.
¿Qué papel juega la figura del Ingeniero en la modernización de la industria agroalimentaria?
Vital. Con su formación y saber hacer maneja todas las herramientas desarrolladas para una agricultura moderna. Tecnología de riego, de invernaderos, plásticos, agronutrientes, bioestimulantes, genética, sustratos, fauna auxiliar, maquinaria, control climático, etc. en manos de profesionales ayudan a satisfacer las necesidades alimentarias de la sociedad actual y venidera, de forma respetuosa y que no comprometa los recursos de próximas generaciones. El papel de la tecnología es fundamental para nuestro desarrollo y sin ella, no podemos desarrollarnos como sociedad.
Hasta hace no mucho cultivábamos sólo para “no pasar hambre”. Ahora la comida nos tiene que resultar atractiva, vistosa, sabrosa, apetecible; queremos que nos divierta, que sea fácil de consumir, que se adapte a nuestro estilo de vida. También queremos que nos aporte unos determinados nutrientes que son buenos para esto, lo otro, o lo de más allá. Queremos que los alimentos sean funcionales, que su producción respete el medio ambiente y muchísimas más cosas. Ésto hace que el productor viva sometido a una enorme presión para adaptarse a este cambio constante – ya se sabe, adaptarse o morir – en el que no está solo, pues empresas como las asociadas en AEFA son las que los acompañan para hacer frente a estas cuestiones. Evidentemente no son las únicas, pero sí creo que se está haciendo un trabajo tremendo para empujar todos en la misma dirección.
¿Qué opina de nuevos productos como los bioestimulantes y microorganismos para el suelo?
Creo que se está destapando un sector como el de la “nutrición especial” y los bioestimulantes y microorganismos se muestran tremendamente interesantes. No soy en absoluto especialista, ni lo conozco con profundidad, pero creo que es un área que “ayuda”: ayuda a reducir costes de otros insumos y recursos, ayuda a mejorar los rendimientos, ayuda a potenciar atributos valorados, ayuda a entrar en producción en el momento más oportuno,… y claro, la suma de todas esas ayudas al final es lo que marca la diferencia. Cuando se consigue optimizar la relación del coste de la tecnología, la mejora de las condiciones de la producción y la mejora del resto de costes de producción: ¡premio!
Pero es que además, a la agricultura le llegan otras tecnologías para mejorar como por ejemplo los Big Data, inteligencia artificial, las imágenes en distintos espectros, los sensores, etc. un montón de tecnologías que tienen que interrelacionarse y potenciarse entre ellas, lo que a la vez supone un reto y una oportunidad para las empresas y por ende a los profesionales que están integrados en ellas.
¿Qué papel juega el Ingeniero en la transferencia tecnológica?
Para las empresas fabricantes de insumos como son por ejemplo los fabricantes de agronutrientes, pero también de riego, equipos de control climático, etc. es vital.
Me consta que las empresas de AEFA dedican partidas de más del 5% del volumen de su facturación al I+D+i, que en sus plantillas se incorporan constantemente nuevos ingenieros para su desarrollo y además, muchos de estos profesionales tienen como misión el ser ‘correa de transmisión’ y por lo tanto de transferencia, entre sus departamento innovación y los técnicos de las explotaciones agrarias. De nada sirve investigar e innovar si esa tecnología no se transfiere y por lo tanto no es aplicada.
¿Es COIAL un eje vertebrador con las empresas privadas y asociaciones como AEFA?
Sí y no es que lo diga yo, es que nos es un deber impuesto por la Junta de Gobierno del COIAL. Más allá de las funciones públicas y de ordenación de la profesión que tenemos, debemos convertirnos en un punto de encuentro de todas las partes en las que los ingenieros agrónomos desarrollamos nuestra profesión.
En el COIAL debemos generar el ecosistema adecuado para que las empresas vengan a buscar los perfiles que necesiten para sus empresas, ofrecer la formación necesaria para la actualización del desempeño profesional, así como ser capaces de ir juntos en aquellos aspectos que nos incumben a todos. Un ambiente de colaboración win & win.
En estas colaboraciones hay proyectos de éxito como por ejemplo el ‘Programa de experto profesional en agronutrientes y bioestimulantes’ desarrollado entre AEFA y COIAL. Se trata de un programa formativo que está funcionando muy bien y sin ninguna duda para nosotros hay un antes y un después de esta iniciativa. Estamos en la segunda edición, que ha supuesto una mejora con respecto a la segunda, y ya estamos trabajando en la tercera. Siempre mejorando, siempre ofreciendo lo que se necesita de una forma accesible. En todas las ediciones innovamos, mejoramos e intentamos sorprender. Esperamos seguir así, queremos seguir así.
Comenzábamos matizando la utilización de la palabra ‘Ingeniero’ como común para mujeres y hombres. ¿Alguna observación?
Ninguna, sino todo lo contrario y a los hechos me remito. Si nos referimos a las mujeres en la ingeniería, te diría que los últimos empleos que se han generado, por ejemplo en el sector de la agronutrición y gestionados por el COIAL, han sido de mujeres. Por parte del sector, jamás, nunca, nunca,… ni se nos ha llegado a sugerir que se prefiere un hombre a una mujer.
Hay que decir alto y claro que ni nuestros sectores son machistas, ni retrógrados y distan mucho de los estereotipos preconcebidos. Somos un sector sumamente atractivo para el talento, con independencia del sexo.