D. José Ignacio Castillo López es Licenciado en Ciencias Químicas. Se integra en febrero de 1995 en la empresa Lida Plant Research, S.L., desempeñando el cargo de Director del Departamento de I+D+i.
Lida Plant Research está dedicada desde hace 27 años al desarrollo, fabricación y comercialización de soluciones y productos nutricionales y bioestimulantes agrícolas para la mejora de rendimientos y calidades en los cultivos.
Destacar que Lida Plant Research es socio fundadora de AEFA y siempre ha participado de forma activa en la asociación.
Los bioestimulantes agrícolas se encuentran entre los productos más antiguos que se vienen utilizando en la agricultura. Siempre ha existido la necesidad de estimular el crecimiento de las plantas para aumentar los rendimientos y, tanto más, cuando el agricultor ve que su cosecha puede verse mermada, sobre todo, después de haber pasado por una inclemencia meteorológica.
Sin embargo el uso del término bioestimulante es más reciente. A partir de la mitad de la década de los noventa empiezan a aparecer artículos y publicaciones mencionando el término bioestimulante y, hasta hoy, el incremento de uso de este término ha crecido de manera exponencial.
De todos estos productos de acción “bioestimulante”, lo que más se conoce de ellos son sus efectos en el cultivo y lo que menos, sus modos de acción en las plantas. Sin embargo, esto está cambiando ya que durante esta última década se está llevando a cabo un gran esfuerzo en la investigación, no sólo por los propios productores de bioestimulantes, sino también por centros de investigación públicos y privados. El objetivo es identificar nuevos compuestos bioactivos y microorganismos beneficiosos, conocer cada vez más y con mayor precisión cómo actúan en la planta, qué mecanismos bioquímicos y fisiológicos están involucrados… en definitiva, dar luz y una base científica de por qué los bioestimulantes son productos necesarios para la agricultura.
¿Qué distingue a los bioestimulantes agrícolas de los fertilizantes y de los fitosanitarios?
Los bioestimulantes agrícolas actúan a través de diferentes mecanismos a la de los fertilizantes, independientemente de la presencia de nutrientes en los productos y también difieren de los productos fitosanitarios, ya que actúan únicamente sobre el vigor de la planta y no tienen las acciones directas contra las plagas o enfermedades.
Podemos decir que los bioestimulantes agrícolas son complementarios a la nutrición y protección de los cultivos.
¿En qué medida los bioestimulantes agrícolas contribuyen a una agricultura sostenible?
Los bioestimulantes agrícolas han estado asociados durante mucho tiempo con la agricultura orgánica o ecológica. Ahora, gracias a la investigación, tienen un papel muy importante que desempeñar en la agricultura convencional como complemento a la nutrición de los cultivos y a su protección.
Los bioestimulantes agrícolas ayudan a abordar algunos de los desafíos más importantes a los que se enfrenta la agricultura mundial en los próximos años. Un ejemplo destacable es la alimentación de una población en crecimiento que requiere de aumentos en los rendimientos de los cultivos, los cuales pueden ser fomentados por bioestimulantes. Las temperaturas extremas, la falta de agua, la salinidad y otros tipos de estrés relacionados con el cambio climático, requieren cultivos resistentes para optimizar sus rendimientos.
Los bioestimulantes agrícolas aumentan la tolerancia de las plantas frente a efectos adversos de estrés abiótico, ayudando a proteger y mejorar la salud del suelo, fomentando el desarrollo de microorganismos benéficos del suelo. Un suelo saludable retiene el agua de manera más eficaz y resiste mejor la erosión.
Por otra parte, los bioestimulantes agrícolas pueden mejorar parámetros de calidad de frutas y verduras. Una mayor calidad significa mayores beneficios para los agricultores y alimentos más sanos y nutritivos para los consumidores.
¿Son los bioestimulantes agrícolas herramientas importantes para el desarrollo socioeconómico?
Sin duda alguna. Los bioestimulantes agrícolas ayudan a mejorar los beneficios de los agricultores, asegurando que los fertilizantes aplicados sean realmente utilizados por los cultivos. Los agricultores también son capaces de obtener precios más altos por sus cosechas cuando la calidad del cultivo es mayor. La mejora de la calidad tiene un impacto positivo sobre el almacenamiento y la conservación, dando a los agricultores más tiempo para elegir el mejor momento para vender sus cosechas a precios ventajosos.
Los bioestimulantes agrícolas ayudan a reducir los residuos en toda la cadena agroalimentaria. Menos residuos significa menores costes, lo que en última instancia, beneficia al consumidor que tiene acceso a la alta calidad, alimentos a precios asequibles.
Las empresas que desarrollan bioestimulantes agrícolas, a menudo llevan a cabo su investigación en colaboración con universidades e institutos de investigación independientes.
Este modelo fomenta el intercambio de conocimientos, la innovación y crea una demanda de investigadores y demás trabajadores altamente cualificados, alentando así a más estudiantes a entrar en los campos científicos que ayudarán a impulsar el crecimiento económico sostenible en Europa en los próximos años.
¿Ayudan los bioestimulantes agrícolas a fomentar la innovación y la creación de conocimiento?
Hoy podemos decir que los bioestimulantes agrícolas están en el corazón de las tecnologías innovadoras “verdes”. El desarrollo de un bioestimulante agrícola comienza por observar las plantas y sus ecosistemas, para luego llevar a cabo investigaciones rigurosas para descubrir nuevos compuestos bioactivos, para identificar a los microorganismos beneficiosos y para entender cómo las sinergias proporcionan efectos más fuertes que cualquier sustancia simple o microorganismo que trabaja solo.
Muchos de los componentes de los productos bioestimulantes son muy comunes en la naturaleza, como los aminoácidos, las algas, los ácidos húmicos, azúcares, vitaminas, microorganismos del suelo, ácidos orgánicos, polímeros, etc.
Muchas de las tecnologías que se emplean tienen una base biotecnológica, por ejemplo, utilizar microorganismos para transformar las materias primas en los componentes activos o que contengan microorganismos en el producto final. Esto anima y proporciona empleo para investigadores y trabajadores altamente cualificados en ciencias biológicas.
Un grupo amplio de profesionales cualificados en estos campos es una condición previa necesaria para el crecimiento innovador y sostenible que ayude a Europa a dotarse de un crecimiento «inteligente, sostenible e integrador”.
Se prevé que el mercado mundial de bioestimulantes agrícolas alcance la cifra de unos 2.240 millones de dólares en 2018. El aumento de la demanda de productos amigables con el medio ambiente y la necesidad de aumentar los rendimientos de los cultivos, reducir los residuos y de mejorar la calidad de los cultivos ha impulsado en última instancia un mayor uso de bioestimulantes agrícolas.
Estos van a ser un elemento clave en el programa europeo de sostenibilidad de 2020, reforzando las prioridades para un crecimiento inteligente y de innovación para la economía de base biotecnológica. El logro de este ambicioso proyecto de bioestimulantes para la nueva agricultura, requerirá de inversiones continuas en investigación, así como de asociaciones entre las partes interesadas de los sectores público y privado.