En primer lugar, AEFA aprovecha para felicitar al medio Agronegocios – “quincenal independiente del medio rural y de la cadena agroalimentaria” en su 20 aniversario.
Editado por Eumedia y con motivo de su conmemoración, Agronegocios ha dedicado un especial coincidiendo con el número 739 del 10 de julio. En él y desde sus especialidades, destacados profesionales del sector reflexionan sobre los logros conseguidos durante todo este tiempo y su visión en los próximos avances.
En este contexto, AEFA participa de la mano de Luis Victorino Martínez en calidad de Presidente de AEFA, con un artículo de opinión titulado “Una revolución en la producción de insumos y tecnificación de la agricultura”.
A continuación, reproducimos el artículo completo:
Estamos acostumbrados a escuchar las alarmantes previsiones que se dan sobre el futuro de la alimentación. El abastecimiento de los 9.700 millones de personas estimados para 2050 es un reto difícil de alcanzar, más si se le añaden factores adversos como la disminución de los recursos naturales y las limitaciones reglamentarias en el uso de fitosanitarios y fertilizantes nitrogenados, que hacen que parezca un sueño alcanzar, por ejemplo, los 3 mil millones de toneladas de cereales destinados a consumo humano y animal que serán necesarios dentro de 30 años.
La CE, en el camino por asumir este reto y adaptarse a los efectos del cambio climático está emprendiendo acciones que ayuden a garantizar la sostenibilidad y el mantenimiento del sistema agroalimentario, mediante la publicación de normativas estrictas en materia de respeto al medio ambiente. El Pacto Verde Europeo (o Green Deal), pretende establecer una hoja de ruta con acciones que impulsen un uso eficiente de los recursos hacia una economía limpia y circular, que restaure la biodiversidad y reduzca la contaminación.
La publicación en junio de 2019 del Reglamento (UE) 2019/1009 supone una muestra de las herramientas que la CE está utilizando para hacer frente al reto de alcanzar producciones más sostenibles. Siendo una necesidad del sector armonizar las diferencias legislativas entre los estados miembros para facilitar el movimiento de los productos fertilizantes entre fronteras, este reglamento es la primera propuesta del paquete de Economía Circular, favorece la reutilización de residuos y establece unos límites uniformes para los metales pesados, contaminantes y patógenos.
Hasta la publicación de esta normativa a principios del pasado verano, en Europa existía el Reglamento (CE) 2003/2003, que aportaba un marco legal únicamente a los fertilizantes inorgánicos, las enmiendas calizas y los inhibidores de la nitrificación y la ureasa. La nueva legislación, que entrará en aplicación en julio de 2022, da un paso más y engloba en su articulado a todos los productos fertilizantes: abonos orgánicos e inorgánicos, enmiendas calizas, enmiendas del suelo, sustratos de cultivo, inhibidores, bioestimulantes y mezclas de productos fertilizantes.
Una de las novedades más importantes que trae este reglamento es precisamente la inclusión de la definición de producto bioestimulante: “ciertas sustancias, mezclas y microorganismos, referidos como bioestimulantes vegetales, que no contienen nutrientes, sino que estimulan los procesos naturales de nutrición de las plantas. Dichos productos tienen como objetivo mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico, mejorar rasgos del cultivo o incrementar la disponibilidad de los nutrientes presentes en el suelo o la rizosfera”. Para obtener el marcado CE deberán pasar un proceso de evaluación de la conformidad por parte de las entidades acreditadas que garantice que cumple todos los requisitos establecidos, que aportará mayores garantías al agricultor. Además, los fabricantes únicamente podrán declarar en la etiqueta los beneficios que hayan sido científicamente probados.
En la legislación nacional aplicable a los productos fertilizantes, el Real Decreto 506/2013, existe desde hace años el grupo 4 “productos especiales” que incluye este tipo de productos con efecto bioestimulante como son, entre otros, los aminoácidos, las algas o los ácidos húmicos. En una de sus últimas modificaciones, el Real Decreto 999/2017 publicado en noviembre de 2017 se incluyó el grupo 4.4 “productos especiales basados en microrganismos”, aportando un marco normativo a los productos fertilizantes que incorporan microorganismos que facilitan la disponibilidad de nutrientes para la planta.
Para poner en el mercado cualquier producto fertilizante, éste debe cumplir la legislación vigente. La ausencia de un “hueco” para ellos en la normativa es uno de los mayores hándicaps con los que han luchado los fabricantes la última década. Estas nuevas políticas legislativas de la UE y nacionales abren una importante vía a todos estos productos innovadores y respetuosos con el medio ambiente como una de las soluciones a la limitación de los insumos habituales. Los bioestimulantes generalmente están formulados a base de productos naturales, son biodegradables y no contaminantes. Son una apuesta segura en la agricultura de los próximos años, y van a convertirse en un indispensable para las producciones del futuro.
Las empresas de AEFA llevan ya muchos años invirtiendo más de un 5% de su volumen de facturación en I+D+i con plantillas altamente cualificadas con más de 40% de titulados universitarios, colaborando con universidades y centros de investigación de referencia, y están acostumbradas a superar las dificultades impuestas por el distinto ritmo entre la innovación y la biotecnología y la adaptación de la legislación a los progresos científicos, que dificulta enormemente la puesta en el mercado y la libre circulación de estos productos que aportan beneficios más que demostrados en el rendimiento y calidad de los cultivos y que son cada vez más demandados en el mercado nacional e internacional.
Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que estamos viviendo una revolución en la producción de insumos y tecnificación de la agricultura, y que las empresas de AEFA están participando activamente en la búsqueda y obtención del objetivo del reto agroalimentario: encontrar el equilibrio necesario entre la alta producción con el máximo de seguridad para los consumidores, agricultores y el medio ambiente.